El rapto de Perséfone

El mito de Perséfone es uno de los más extendidos de la mitología griega y, probablemente, uno de los más bonitos. Sabemos que las historias que componen esta cultura fueron usadas en otro tiempo para interpretar sucesos, muchas veces relacionados con fenómenos naturales, que hasta el momento no tenían otro tipo de explicación. Este no es una excepción; cuenta cómo entendían en aquel momento el paso de las estaciones.

El rapto

Según la leyenda, Perséfone es la hija de Zeus, Rey de los dioses y Deméter, diosa de la tierra y la fertilidad. Hay que decir que los padres de la muchacha eran hermanos, pero el incesto divino no termina aquí en esta historia.

Un día, que por lo visto, nuestra protagonista no tenía ninguna ocupación divina, se fue a recoger flores. Para que no pasara nada malo, fue en compañía de sus hermanas: Atenea y Artemisa. Además, también se encontraban algunas ninfas con ellas. Era un plan bastante tierno y bonito. Si se hubiesen encontrado en la actualidad seguro que habría generado un montón de publicaciones en Facebook e Instagram, pero por aquel entonces aún no existían las redes sociales. Al menos los datos así lo indican.

Mientras las chicas estaban por el campo alegremente y sin molestar a nadie, Hades, dios del inframundo, decidió salir también a dar un paseo. Estar en el inframundo todo el día viendo las almas de las personas pasar debe de ser agotador, él también merecía un descanso. Hasta aquí todo normal, una escena muy tierna. Sin embargo, la cosa tenía que complicarse en algún punto.

rapto

El rapto de Proserpina, Gian Lorenzo Bernini (1621-1622), Galería Borghese

Digamos que Hades se sentía solo y echaba en falta compañía femenina. ¿Quién iba a querer vivir en el infierno para ser su reina? Es comprensible que a ninguna mujer le hiciera mucha gracia. Por suerte para él se encontró con una chica muy bella en medio del bosque: su sobrina Perséfone. El dios debió pensar que no sería muy buena idea pedirle de repente a la chica que se mudara con él a vivir, dejando atrás a su madre y al resto de su familia (excepto a su querido tío con el que debería casarse, claro está). Por este motivo decidió raptarla. De esta manera no se arriesgaría a obtener un «no» por respuesta cuando le contara la genial idea a su nueva esposa.

El plan iba como la seda. Para el dios de los muertos, claro, porque el día de descanso de Perséfone y sus hermanas se había fastidiado un poco. Aunque bueno, ella salió de casa siendo una diosa más y terminó siendo la reina de todo el mundo subterráneo. Algunos dirían que no fue un día tan desaprovechado.

Como todo en la vida, todo acto tiene sus repercusiones: Deméter se enfureció y entristeció cuando percibió la ausencia de su hija. No podía seguir adelante, se sentía débil, la necesitaba. Debido a las emociones que sentía, descuidó sus deberes como diosa de la tierra. Las plantas comenzaron a marchitarse, las cosechas no daban fruto… Eran tiempos muy difíciles para los mortales.

¿Vuelta a casa?

Ante esta situación, la diosa se vio obligada a pedir ayuda al padre de la chica: el famoso Zeus, que por lo visto de buenas a primeras no se había preocupado mucho. El rey olímpico se dio cuenta de que si las cosas seguían de aquella manera, la situación sería insostenible. Esto lo llevó a tomar la decisión de hablar con su hermanito Hades para ver si conseguía hacer regresar a Perséfone.

Dicha conversación no fue del todo mal, ya que, sorprendentemente, el dios más malvado de todos accedió a dejar que la chica volviera con su madre. Solo había una pequeña pega. Según la norma, cualquier persona que come cualquier cosa procedente del Tártaro está obligada a permanecer allí para siempre. No se sabe muy bien si Perséfone fue engañada por Hades como artimaña para que la muchacha no pudiera escapar de forma permanente, o si ella ingirió unos granos de granada por voluntad propia. Puede que el nuevo ambiente en el que se encontraba la atrajera más de lo que pensamos, o que el poder adquirido como soberana del inframundo resultara tentador para la hija de Deméter. En cualquier caso, esa pieza de fruta había hecho imposible que Perséfone escapara para siempre, por lo que la letra pequeña del contrato decía que podía salir para ver a su madre, pero que permanecería junto a Hades durante, al menos, 3 meses al año.

Leighton, Frederic, 1830-1896; The Return of Persephone

El regreso de Perséfone, Frederic Leighton (1891), Leeds Museums and Galleries, Reino Unido

Cuando la reina de la oscuridad, volvió a subir al monte Olimpo, la tristeza de Deméter cesó. Su alegría produjo que las flores crecieran de nuevo, que el trigo germinase, que el alimento volviera a brotar en la tierra. Este sentimiento de positividad se extendió hasta que su hija tuvo que marcharse de nuevo. De este modo, cuando Perséfone está con su madre, llega la primavera; cuando está en los infiernos, el invierno.

Las estaciones son fruto, no solo del poder de una diosa que las cambia a su antojo, sino de los sentimientos de una madre que ama a su hija. Esta historia nos hace ver que los dioses también estaban investidos de sentimientos humanos. Eran más cercanos a nosotros de lo que podemos imaginar.

El descenso de Perséfone al mundo subterráneo sigue produciéndose año tras año. Deméter aun siente el dolor de la pérdida cada vez que se aleja de su pequeña; cada final de otoño, dando paso, al frío invierno.

Bibliografía

2 comentarios en “El rapto de Perséfone

Deja un comentario